lunes, 14 de abril de 2014

La soportable levedad de Dios*



Una mirada distinta acerca de la Semana Santa. Justo para comenzar estos siete días de reflexión y re-cogimiento.

Por: Jairo Gutiérrez Bossa

 

¡Se viene Semana Santa!, dijo mi abuela hace unos días vía celular. Ella es una mujer de ochenta y cuatro años muy, creyente en el pantocrátor llamado Dios. Vitalizada por las arrugas, la cojera y una vista que se diluye lentamente en el espacio, es de las que comen hostia, compran las ramitas de un árbol que se extingue y dan la paz a una persona que de pronto sea un violador, un asesino o un simple uribista. Adoro a la vieja Amelia y respeto su devoción al espíritu de cuatro letras. Sin embargo, en una ocasión le escuche decir: “Dios en esta región (Caribe) sería un pervertido”, máxima que me permitió negar mi ateísmo y afirmar que el valor y significado de Dios radica en el des-creer de él. Este des-creer, más que una cuestión ética, es producto de una ambigüedad estética, reflejada en la contemplación, visible desde lo evocativo y satisfactorio desde lo extraño. 

Dios y Jesús habitan en el mundo poéticamente, aproximándonos a Hölderlin. Lo poético implica la pasión, el placer, el deseo, la imaginación, la fantasía y lo simbólico; en ese sentido, es difícil -y para mí imposible- creer en un Dios vengativo, rencoroso y uribista, o en un Jesús golpeado, vituperado, ensangrentado, humillado, cobarde y escupido como esa cosa desagradable y anti-estética del señor caído de Monserrate. Particularmente reniego de ese Jesús y de ese Dios, prefiero asimilarlos a un tío y un abuelo alcahuetas que permiten que sus sobrinos y nietos se masturben mutuamente y que les enseñan que la vida y el amor es una cuestión de penetrar y ser penetrados; esta puede ser una invitación homo-erótica, pero también es una convidada a que amar al prójimo es una cuestión de reciprocidad, placer y deseo. Ideas que no enseña la nueva especie de primates Australopithecus Sacerdos; estos grasosos y godos como el Monseñor Rubia-ano, que en varias alocuciones televisivas y radiales muy cristianamente impulsa al gobierno a que exterminen a los guerrillos y paracos, no niego que se lo puedan merecer, pero que venga de un hombre que es un oráculo del pensamiento supremo que dicta “ama a tu prójimo”, creo que no es válido; para mí un sacerdote es una especie fallida sin ningún valor espiritual. Así que para esta Semana Santa tengamos un Dios y un Jesús más íntimo a la inmanencia de cada sujeto; un Yeshúa que no sólo evangelizaba, sino que bailaba, se reía, lloraba, que era voyerista y que se daba sus gusticos carnales con María Magdalena, pues un hombre que sufrió tanto en la cruz, en algún momento se le tuvo que parar la verga. 

Creo en lo que dijo Jacques Lacan: “Dios está en la verga” y también está en los cielos, en la tierra, en los árboles, en el viento, en un buen vino tinto Casillero del Diablo, en un whiskey y hasta en la misma mierda, en todos lados están Dios y Cristo. Así que en este viernes santo que se devela sin detenerse en este calendario apocalíptico que tenemos, pues frotémonos con nuestras parejas, sean cuales sean: hombre con hombre, mujer con mujer, en el mismo sentido y en el modo contrario y penetremos, eyaculemos, comamos carne, veamos películas de Esperanza Gómez, leamos a Bataille, rasquémonos el culo con la cruz en la mano, y recemos para que saquen de la televisión a la brocha y químicamente bruta “Negra Candela” (que debe tener halitosis) y al asqueroso, triste, melancólico y calvo ignorante de Jota Mario. Pero también imploremos por nuestras perversiones, fijaciones y pulsiones en nombre del padre, del hijo y del espíritu santo y digamos amén cuando nos vengamos, porque, como dijo mi abuela, también Dios es pervertido. 

Sí, pervertido, es decir, el barbón bajó de los cielos a copular con María que ya estaba casada con José y la preñó. Se imaginan lo bueno que sería ese polvo, Dios se consagraría en la actualidad como el mejor actor porno del mundo y fue tan buen amante y efectivo que se comió a María y la dejó virgen, cuántos hombres no quisieran esa habilidad. Por algo es el todopoderoso.

Ahora bien, este pervertir no se debe digerir como un comportamiento estrictamente sexual, negativo e inadecuado. Asimilen la noción de perversión desde un sentido más estético y contemplativo; es decir, como un desviar alguna conducta considerada normal o deseable que busca ante todo una dialéctica que, desde el sentido Morin, es Superación; en consecuencia, la perversión de Dios y de Jesús busca redefinir, restablecer, reinventar al ser, dejar de ser racionales y ser más sensibles ubicándonos en lo que Milan Kundera llamo Nesnesitelná lehkost bytí (La Insoportable levedad del Ser). El pervertir es des-creer y éste es un corromper. Un cuerpo no puede modificarse si algo no lo corrompe dice Aristóteles en el De Caelo y Dios necesita de nosotros para corromperse, para tener una verdadera disminución y reducción a su existencia y poder anclarse en las creencias contemporáneas, para así seguir vivo en todos los estadios del individuo y tener así una Soportable Levedad de su Ser. Esto lleva a decir que Dios está más allá del bien y del mal; Dios no ha muerto, como pensó Nietzsche, Dios sólo se corrompió, se pervirtió y ahora es más íntimo, es más de nosotros; por eso no hay que creer en sacerdotes y las iglesias deben convertirse en piezas de museo. El corromperse obliga a hacerse nuevas preguntas. El pantocrátor dejó de preguntarse ¿Quién soy? Él siempre lo supo, Yo Soy el que Soy (con esa frase le quiso decir a Moisés “no joda, deje de preguntar lo que no va entender, no sea tan sapo, tan lambón y tan marica”, me imagino yo). Entonces el Padre se pregunta, ¡Aleluya! ¿En dónde estoy? 

Dios desea estacionarse en un espacio, en un lugar, en una noción topológica. Sólo en el espacio es donde puede seguir siendo lo que es, ya que los espacios definen a las personas; así mismo, se define él y al hijo logrando descubrirlos en una esquina, en la playa o en un puteadero. Dios y Jesús son poéticas del espacio. Por otro lado, esas poderosas deidades nos dan terremotos, tsunamis, hambrunas, sequías, inundaciones. Empero ellos buscan en esos espacios nuevas formas de evangelizar, verbigracia: el sexo, la mujer, el hombre, la buena comida (al que la disfruta), culos, tetas y penes; nos brindan un Fernando Vallejo, un Efraím Medina, un Gabo, un Woody Allen, una banda como Sigur Rós; nos dieron un Mozart, un Bach, un Heidegger; nos obsequiaron la masturbación y el orgasmo. Así que orientemos nuestras plegarias no sólo a un buen trabajo y un buen sueldo, también a nuestras perversiones, nuestras banalidades, frivolidades, nuestros deliciosos pajazos, nuestras vergas y sus vaginas, nuestros placeres, deseos y flojeras. 

 George Bataille escribió en la Histoire de l'oeil “las hostias no son otra cosa que la esperma de Cristo bajo la forma de galletitas blancas. En cuanto al vino que se pone en el cáliz, los eclesiásticos dicen que es la sangre de Cristo, pero es evidente que se equivocan. Si de verdad fuera la sangre, beberían vino tinto, pero como sólo beben vino blanco, demuestran que en el fondo de su corazón saben bien que es orina”. Para Bataille era claro -en su libidinoso misticismo- que los eclesiásticos se equivocan en la forma de enseñar quién es Cristo; ellos son los culpables de miles de años de castración, insatisfacción y falsos orgasmos, de violencia vulgar y descarada. El autor francés nos dice con esto que Dios y Jesús están en cada parte de nuestro templo corpóreo y que por sí mismo ya somos santificados como Jesús y si he de santificar al Cristo salvador lo haré si y sólo si se masturbaba y se pervertía con su apóstol amado Juan. Así que en la Semana Mayor, disfrutemos de la santidad de nuestro cuerpo y nuestras perversiones, que nuestras pulsiones sean la ritualidad de nuestra mayor iglesia, que es nuestro corazón. Así que como dijo un gran amigo “en esta Semana Santa arrodillémonos ante lo más erótico que encontremos, un crucifijo” y sigamos ayudando a que Yahveh y Yeshúa soporten su levedad divina porque “Vi veri universum vivus vici… Amén”.

*Este artículo fue publicado originalmente en la Edición Nº 5 de Cabeza de Gato, especial "Espacio Público Sideral".


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