miércoles, 29 de enero de 2014

Invitación a Letras Desde Otra Orilla

Literatura, exposiciones, muestras audiovisuales y artes escénicas, en
Letras desde otra orilla

Desde hoy miércoles 29 de enero inicia su programación Letras desde otra orilla, evento que desarrolla una amplia y diversa agenda cultural en barrios y corregimientos de Cartagena de Indias. La cita es esta tarde a las 6 p.m., cuando con varias intervenciones artísticas en la estación del proyecto Transcaribe en el sector La Matuna, se dará apertura a esta actividad que integra a escritores asistentes al HAY FESTIVAL y autores locales. 

Letras desde otra orilla se extenderá hasta el 1 de febrero próximo y tendrá como escenarios bibliotecas públicas (Jorge Artel, La Boquilla), colegios oficiales (Liceo de Bolívar, Antonia Santos, CASD Manuela Beltrán) y espacios comunitarios (Fundaciones Funsarep y Granitos de Paz).

Entre los escritores y periodistas invitados están Rosa Montero (España), María Jimena Duzán, Roberto Burgos Cantor, Fernando Gómez Echeverry, Andrés Felipe Solano, Lara Moreno (España), Efraím Medina Reyes, Hollman Morris, Rubén Darío Álvarez, Emiro Santos y Carlos Díaz Acevedo.

Entre otras actividades, destacamos el conversatorio "Literatura joven", en el que intervendrán los escritores Lara Moreno y Emiro Santos García, y en el que además se llevará a cabo la Presentación de Proyectos editoriales, entre ellos, la revista Cabeza de Gato. Esta actividad tendrá lugar el viernes 31 de enero a las 10 a.m. en las instalaciones del Colegio Liceo de Bolívar. 

Esta es la programación completa: 


 

lunes, 27 de enero de 2014

Los imperdibles del Hay Festival Cartagena 2014



Desde este jueves y hasta el domingo se realizará en Cartagena la novena versión del Hay Festival. Les compartimos nuestra lista de eventos imperdibles. 

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A partir de este jueves 30 de enero y hasta el domingo, se llevará a cabo en Cartagena la novena versión del Hay Festival. Serán cuatro días en los que se desarrollará una agenda con más de 80 eventos, en los que la literatura, las artes visuales, el cine, la música, el periodismo y el medioambiente figuran como temas principales. El Teatro Adolfo Mejía, el Centro de Formación y Cooperación Española, La Universidad de Bellas Artes y la Plaza de la Aduana, son algunos de los escenarios en los que tendrán lugar diálogos, eventos musicales y proyecciones cinematográficas. 

A continuación les compartimos nuestra lista de imperdibles.

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 Ricardo Piglia. (Argentina) Escritor, crítico, ensayista y profesor académico. Autor, entre otras, de las novelas Respiración artificial y Blanco Nocturno; por esta última fue galardonado con el Premio Rómulo Gallegos 2011. Su más reciente trabajo es El camino de Ida publicada en 2013. En el festival, intervendrá en el diálogo Los libros de mi vida, ensayo de una autobiografía futura, en el que hablará de los libros que más le han marcado y del impacto que han tenido en su trayectoria.

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 Irvine Welch. (Reino Unido) Conocido por su exitosa primera novela, Trainspotting (1993), que fue llevada al cine por el director Danny Boyle. Dentro de sus obras también figuran EscoriaColaPorno y la más reciente Skagboys. En el festival, conversará con Eleanor Whachtel acerca de su trayectoria.


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 Gael García Bernal. (México) Dueño de una extensa carrera cinematográfica, en la que se destacan Amores Perros, Y tu mamá también, El crimen del padre Amaro, Diarios de Motocicleta y Babel. En el festival hablará sobre su faceta como actor y director. Aprovechará para presentar la película ¿Quién es Dayani Crystal?, producida por él y dirigida por Marc Silver.

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 Rosa Montero. (España) Ha publicado, entre otras, las novelas Crónica del desamor, Temblor, Bella y oscura, La hija del caníbal, Instrucciones para salvar el mundo y Lágrimas en la lluvia. En el festival presentará su título más reciente, La ridícula idea de no volver a verte y dará a conocer al público colombiano a la novelista, también española, Vanessa Montfort.   

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Joe Sacco. (Malta) Periodista y autor alternativo de cómics residente en Estados Unidos. Sus obras más conocidas son las novelas gráficas Palestina: En la franja de Gaza y Gorazde: Zona Protegida, las cuales muestran su estilo característico a medio camino entre el cómic underground y la crónica periodística. En el festival presentará su más reciente trabajo, The Great War: July 1, 1916: The First Day of the Battle of the Somme



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Beatriz Preciado. (España) Filósofa. Autora del libro Manifiesto contra-sexual. Colaboradora de la emergente teoría queer. A través de sus escritos y talleres ha puesto de presente iniciativas teóricas y políticas drag king, postpornográficas y de transgénero. Entre sus numerosos ensayos se destacan Sex Design, Multitudes queer y Savoirs-Vampires@War. En el festival conversará con Marianne Ponsford sobre su filosofía y trabajo.


https://dl.dropboxusercontent.com/sh/iwfpf2p70gpsy26/9_bcuBH-qr/Invitados/Chocquibtown.jpeg?token_hash=AAHazMcQX2NkMo7uD08ge-WrMf8uxzK2LhwKj8nYbo4M8Qhttps://dl.dropboxusercontent.com/sh/iwfpf2p70gpsy26/sFzpTxq848/Invitados/Salsa%20C%C3%A9ltica%202.jpg?token_hash=AAHazMcQX2NkMo7uD08ge-WrMf8uxzK2LhwKj8nYbo4M8Q 

Choc Quib Town (Colombia) y Salsa Céltica (Escocia). Ambas agrupaciones ofrecerán un concierto en el que darán una muestra, los primeros, de la fusión de sonidos urbanos y folclor del litoral pacífico que los ha hecho famosos en toda Latinoamérica y merecedores de un premio Grammy Latino y, los segundos, de la fusión de música afro-latina y céltica tradicional que los ha convertido en uno de los grupos de música del mundo más interesantes del momento. 


Imágenes cortesía Hay Festival

    

miércoles, 15 de enero de 2014

Bazurto, el grito desesperado de una ciudad

Por: * Juan Carlos Céspedes



Para quienes lo han vivido y para quienes no, este es Bazurto, el de verdad.

El tipo parecía sacado de una caneca de basura, con un cartón en la mano, donde garabateado podía leerse PARE, se atravesaba a los autos con la agonía propia del hambre, tratando de ayudar a pasar a las personas, que a esa hora de la mañana se jugaban la vida cruzando la Avenida Pedro de Heredia camino al mercado. Era un pugilato entre los carros y la gente, donde a falta de autoridad y señales de circulación, este personaje encontró su cuchara de cada día. Pero era un servicio a la brava, sin previo acuerdo, ya que al frenar los autos para no atropellarlo, él aprovechaba y con ademanes imperativos hacía que los peatones cruzaran a “salvo”, después venía el cobro de la mano extendida con una cara de “me pagas o me pagas”, coacción que muy pocos estaban dispuestos a resistir.

Bazurto, que así se llama el mercado público, parece una república independiente, un país caótico dentro de una ciudad que se enorgullece de ser Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad, donde la democracia encontró su lado perverso. Todos saben que es un sitio que desbordó su capacidad de uso, pero hay demasiados intereses económicos y políticos que impiden su traslado a otro lugar más propicio.

El flujo de personas es constante y abigarrado, no hay ninguna clase de control y la ausencia de políticas de funcionamiento es evidente. Antes de entrar, esto es sólo un decir, porque “entrar” lo haces desde que te bajas del transporte, te tienes que enfrentar a un laberinto de motocicletas, que en lenguaje de subdesarrollo se denominan “mototaxis”, solución precaria a un desempleo cabalgante, que ningún gobernante local ha querido enfrentar, quizás por el costo en las urnas a la hora de las elecciones, esto sin tener en cuenta que el 80% de los crímenes que se cometen en la ciudad tiene la participación de un vehículo de esta naturaleza. Lo cierto es que el chorizo que forman las motos es impresionante. Cada quien hace lo que le da la gana, en pocos minutos puedes ver todas las infracciones habidas y por haber en cualquier código de tránsito del mundo.

Después, si has resultado ileso en tu papel de torero espontaneo de carros, mototaxis, buses, “zapaticos” (así le llaman a unos taxis en miniatura, igual o más desordenados y peligrosos que las motos), cualquier cosa que tenga ruedas y sirva para llevar bultos, etc., debes prepararte para el acoso terrible de los vendedores ambulantes que te ofrecen mandarinas, bananas, galletas, agua, manzanas y todo lo inimaginable que se pueda vender. Es un Vietnam de la supervivencia, eres un Leónidas en Las Termopilas, y el truhán tras tuyo ofreciéndote a precio de robo un destornillador multiusos, un reloj de última hora, una cadena de oro caza idiotas, un vendedor de jugos con toda la higiene imposible, el gran “éxito” del Rey de Rocha (un equipo de sonido más grande que el Castillo de San Felipe) y tú disparando noes cada cinco segundos, y te tropiezas con las mesas de los vendedores de minutos con celulares de dudosa procedencia, cds piratas en improvisadas discotecas, rodeadas de una nueva generación de enajenados que llevan el sello del “puro vacile efectivo”, más conocidos vulgarmente como “champetuos”, y basura y más basura, que brota a cada instante ahogándolo todo. Pero si crees que evadiendo esta primera presión estás liberado, te equivocas terriblemente. Allí pronto te emboscan los vendedores de ropa con todas las marcas legalmente clonadas y los vestidores al aire libre bajo la sofocante canícula de julio, entonces descubres que estos malabaristas del espacio público tienen sus propias técnicas para saber si un jean es de tu talla con sólo colocarlo alrededor de tu cuello, y si decides llevarlo te aplican el nada novedoso sistema de precios “depende el marrano” donde tú, obviamente, eres el choncho engordado.

Sacas tu pañuelo, si aún no te han metido mano en los bolsillos, secas el sudor que te cubre la cara, y de pronto estás frente a un tunante con una mesa, tres tapas de salsa de tomate y una pimienta de olor que invita al hijo bobo de alguien, con un anzuelo cantado diciendo: “Dónde está la bola, dónde está la bolita”, y ya te diste cuenta donde la metió y te vuelves un mar de dudas haciendo cuentas con tu bolsillo, quién quita que uno sea el tal hijo avispado, entonces aparece “alguien” que apuesta un billete de veinte y gana el doble, “huepucha, si yo sabía”, te dices para dentro. Cuando estás apunto de arriesgarte, los manes agarran su “escritorio” y salen como alma que lleva el diablo perdiéndose entre el hormiguero. Aparece un señor lloroso con dos policías reclamando por una plata que trajo del pueblo para comprar unas medicinas veterinarias, “ponga la denuncia”, le recomiendan estos genios vestidos de verde. Al rato no queda nadie para echar el cuento y todo listo para la próxima historia anónima, y el empujón de una gorda que se abre paso con una canasta descomunal y un “¿qué te pasa?” a quemarropa para que sigas tu camino, que es ninguno, porque esta colmena se coloniza todos los días, y el paso de ayer, hoy es el puesto de venta de cualquiera que haya caído en cuenta que esto es una tierra donde impera la ley del más vivo, el más fuerte o el más inescrupuloso.

Portada de la edición Nº 4 de Cabeza de Gato, en la cual aparece este artículo

En un momento determinado te preguntas ¿qué estás haciendo allí?, porque verdaderamente no recuerdas qué carajos viniste a comprar. Eres un sonámbulo que camina inmerso en una corriente que te lleva a placer, es una fuerza viva que te desplaza a su antojo por todas las arterias malignas del comercio informal, y debes tener estómago de estudiante de medicina para salir con vida de la zona de venta de pescado, donde el piso es un jabón que te puede matar y la hedentina te deja sin alma porque pareciera que el mismísimo averno se te hubiera metido muy adentro;  te llenas de pavor ante esos enormes cuchillos que destazan lo que se les cruce, entonces agradeces al primer santo del que te acuerdas (¡no, ése Santos no!) por ser una persona de paz, y literalmente huyes para ponerte a salvo no sabes bien de qué.  Te detienes a tomar aire recostado a una pared de tablas, paseas la mirada y puedes apreciar una hilera de cantinas de mala laya, con sus meseras que parecen haberse peleado con las ropas y unos traseros descomunales que se disputan la clientela, que a esa hora de la mañana está compuesta por mayorista de cualquier producto, el prestamista que espera los intereses de su veinte por ciento, el alcoholizado, el ganador del chance de la noche anterior o el cabecilla de alguna banda de delincuentes. También notas la presencia de los “jíbaros” que parecen unos gatos a la caza del adicto y salen presurosos a buscar las dosis escondidas en caletas a la vista de todo el mundo. Haces un inventario a tu cuerpo y a tus pertenencias y das gracias a Dios, a pesar que eres ateo,  porque todavía estás intacto. Una modelo de Aguaslimpias  se te acerca y coquetea contigo, pero tú sólo deseas algo frío para equilibrar el calor que te hierve por dentro. Le dices que quieres una cerveza nada más y ella va a buscarla disgustada por el “nada más”. Al primer trago te da por filosofar sobre la inteligencia humana y no te explicas qué le sucede a los habitantes de esta ciudad, cómo pueden convivir con una porqueriza en las salas de su casa, y en un momento de auto flagelación reconoces que tú también eres cómplice de esta debacle, por tu falta de compromiso, de dignidad, pues sabes perfectamente que esos falsos patricios que se alzan como salvadores de la urbe, sólo les importa recuperar y aumentar sus inversiones. Tomas otro trago y sientes en la boca algo más amargo que la cerveza, descubres que es el sabor de la vergüenza, de la impotencia. Te pones los ojos de los visitantes y te sonrojas, porque aún tienes restos de decencia contigo. Apuras el resto de la botella y cuando vas a pagar descubres con horror que tu billetera ha desaparecido, entonces escarbas a conciencia en todos los bolsillos y un billete arrugado de dos mil pesos te salva la vida, pues alcanzas a imaginar lo que la lengua viperina de la mesera, que antes te sonría, hubiera podido hacer contigo. Denunciar, ¿para qué? Te acuerdas de los tombos: “ponga la denuncia” y sabes más allá de la ciencia que no recuperarás tu cartera jamás.
 
Resignado marchas a la Avenida del Lago, parte posterior del mercado, piensas tomar un taxi para que lo pague tu mujer cuando llegues a casa. Al acercarte al borde de la carretera recibes el ramalazo de una fetidez desesperante y no te explicas cómo puede haber gente comiendo en los improvisados cambuches que muy rimbombantemente llaman restaurantes. Aguantando la respiración en lo posible detienes la mirada en una bandada de alcatraces enfermos, gaviotas sucias de fango y mariamulatas carroñeras, que se pelean los desperdicios arrojados por los venderos de toda índole y te preguntas si esta escena no es una alegoría de la vida en tu ciudad. Con esta reflexión paras un taxi y subes a él con la miseria de Bazurto pisándote los talones.
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* Juan Carlos Céspedes: narrador y poeta cartagenero, forma parte del Movimiento literario la Generación Fallida. Dirige la revista virtual La UrraKa y el Festival de Poesía Erótica de Cartagena de Indias. Este artículo hace parte del especial Cartagena Cruz-y-Ficción de la edción Nº 4 de Cabeza de Gato.

viernes, 10 de enero de 2014

¿De qué hablamos cuando hablamos de Champeta?



Elio Boom y Charles King, pioneros de la Champeta


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Edicións Nº 6 Memorias del Futuro, de venta en librería Ábaco-Cartagena


Ahora que la Champeta está tan de “moda”, retomamos la entrevista que para la edición Nº 5 de Cabeza de Gato nos concediera Charles King, el Palenquero Fino, pionero y guardián de este género musical cartagenero. Un retrato del autor de “El Chocho y el “Abogado corrupto”, en sus propias palabras. 


“El ran chan chan es a la champeta lo que el tropipop al vallenato. Con los nuevos programas de computador, todos se creen arreglistas.”



“Bazurto Social Club, Tasca María, Hostal Media Luna, Ciudad Móvil, son escenarios por fuera del picó y la caseta en los que puede escucharse champeta en vivo. Aunque no es suficiente, lo bueno es que la gente que no sale del Centro Amurallado tiene la oportunidad de recibir el género como tal.”



“En las discotecas de Cartagena no ponen una champeta a menos que esté muy pegada, como pasó con El chocho. Aprovecharon el boom de la canción para atraer clientes, pero no la programan con el amor de difundir la música. ”



“Para sonar en radio primero hay que pegarse en el picó. El picó es la plataforma de lanzamiento de un tema, luego pasa a la radio; una emisora que pretenda estar en el primer lugar en Cartagena debe programar champeta.”



“Ahora ya no hay que perseguir tanto al picó o la radio para pegar un tema, para eso también está la web; sólo tienes que hacer algo bueno y montarlo allí, si es de calidad, se vende.”



“El concepto de champeta debe ser descentralizado. Es necesario mirar la champeta desde lo cultural pero también darle un toque comercial. No como se maneja ahora, es demasiado local, hay que sacarse ese chip de la cabeza, esa ideología de que la champeta se hace sólo para que suene en los barrios. Las canciones que han hecho que el género se mantenga son aquellas que pueden entenderse en cualquier lado.”



“A la champeta no le perdonan un paso en falso para darle por la cabeza. Se le relaciona mucho con la violencia y el doble sentido. De las canciones con contenido social fuerte nadie habla”.



“A la champeta todo el mundo le hace la rosca. La radio, los picós, las discotecas, los mismos intérpretes se hacen la rosca entre ellos mismos. En internet no hay rosca. Yo aprendí algo de Bob Marley, mientras la música suene en los equipos de las casas no se necesita de la radio; la champeta debe buscar la verdadera independencia.”



“Cuando yo empecé hubo un locutor que dijo que yo era desafinado, se negaba a sonar mi trabajo. Luego vienen canciones como el Abogado corrupto o el Bicarbonato, que se pegaron casi al mismo tiempo en los picós. Entonces el mismo locutor me pregunta que cuál quería pegar en radio; yo le dije, la que quieras, ya están pegadas.”



“La piratería juega un doble papel, positivo y negativo, El chocho se pegó a través de la piratería.”



“La violencia no es propia del picó, en la II Guerra Mundial no había pico, ni en la Toma del Palacio de Justicia. La violencia es falta de responsabilidad de los que gobiernan. La manera agresiva en la que autoridades pretenden apagar un picó genera la agresividad del público.”



“Ya no hay picós de 12 parlantes, los picos están fracturados, se han convertido en maleta de música, ahora son más portátiles. Si tiene permiso para tocar, por qué la policía tiene que llegar a decomisarlo, es una persecución racial y cultural.”



“Me inspira la crítica social, un ejemplo es mi canción La picúa; los gobiernos hacen pocas cosas que ameritan aplaudirlos. Colombia es un país con concepto de amor a la violencia, el que habla de violencia tiene respaldo. Atacan al que intenta ser mediador.”



“En Cartagena la comunidad Afro goza de una libertad mediática, que es una libertad sin dinero, libertad para ser pobre. Seguimos en las mismas. Todas las indemnizaciones son simbólicas y no económicas. Las comunidades Afro de Suramérica deberían ser indemnizadas, pero eso los gobiernos no lo programan.”



“El palenquero es como el chino, nazca donde nazca es palenquero.”



“Celebro que hayan entregado títulos colectivos a los habitantes de La Boquilla. Pero, qué pasa con Barú o Tierra Bomba; a sus habitantes se les ha desalojado para convertir sus tierras en sitios turísticos. Se les ha sometido a lo que yo llamo un “desplazamiento forzado democrático”. Si no tienes cómo pagar los servicios tienes que vender.”



“Los medios de comunicación no echan todo el cuento ni lo echarán. Por eso la champeta tiene que contar cómo son las cosas. Una de las persecuciones que sufre el género es por narrar la vida cotidiana de la cuidad; pero esas canciones no son tenidas en cuenta; las que tienen picante o doble sentido, esas sí las sacan.”