martes, 25 de febrero de 2014

Crítica a la película de George Clooney Operación Monumento

Operación Munumento, la respuesta a la pregunta ¿usted qué salvaría en un museo en llamas, un perro o un cuadro?
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Operación Monumento, dirigida por George Clooney, narra la historia, basada en hechos reales, de un grupo de militares, historiadores de arte y curadores de museo que se unen para ir a la guerra a recuperar piezas invaluables de arte robadas por los Nazis antes de que Hitler las destruya. 


Pese a no ser la típica película acerca de la segunda guerra mundial y de gozar de un tímido toque de humor, la cinta se queda corta en todo sentido; aunque dura 118 minutos no hay una conclusión fuerte. 


A ratos es lenta y aburrida, no hay tomas destacables, no hay un tono, no hay personalidad en la dirección. 


Cuenta con grandes actores pero no hay grandes actuaciones. Los diálogos no tienen la suficiente fuerza como para que Cate Blanchett, Matt Damon o Bill Murray sean memorables. 


La película no logra probar su punto. Su idea es demostrar que los miembros de la Operación Monumento son héroes por irse a la guerra a salvar las obras de arte y no una partida de perdedores. Sin embargo esta idea no logra cuajar. Más allá de que dos soldados mueren en la misión, no se concreta el carácter heroico que la película pretende. 


George Clooney luce cansado, le hace falta convicción, carece de la vitalidad que demostró en su papel en Gravedad.  


La película intenta ser la respuesta a la pregunta ¿usted qué salvaría en un museo en llamas, un perro o un cuadro? Y aunque su respuesta es que salvarían el cuadro, se desconfía tanto de que la cinta pruebe este punto, que para demostrarlo el mismo Clooney lo afirma al final. Esta escena es un poco triste, es decir, eso es lo que los espectadores deberían salir pensando y no algo dicho explícitamente.


Tiene el defecto de parecerse a Argo y para rematar comparten a John Goodman. Es esta pretensión de algunas películas gringas de mostrar a los estadounidenses como héroes de lo que sea.


Sólo hay un instante para recordar y es cuando Clooney le habla a su equipo a través de un radio para justificarles la misión. Les dice que deben proteger de la guerra lo que queda de las grandes obras de arte de la humanidad, ya que puedes acabar con generaciones de hombres, volverán a nacer, pero si destruyes su historia es como si nunca hubieran existido. 


 No obstante, esta escena hace parte del tráiler, por lo que tal vez sea mejor atenerse a éste y evitar la película. 

lunes, 24 de febrero de 2014

Coca-Cola contra las redes sociales


Coca-Cola acaba de lanzar el anuncio publicitario de un nuevo producto, se trata de The Social Media Guard, cuyo beneficio consiste en quitarle lo "social" a las redes virtuales y devolvérselo a la vida real. El artefacto, con forma de cono como el que se le pone a los perros para evitar que se rasquen o muerdan los puntos cuando han sido operados, evita el contacto visual del usuario con su smartphone, obligándolo a observar a su alrededor y vivir la vida real, lo cual, según Coca-Cola, es la oportunidad perfecta para disfrutar de su bebida.

El anuncio de este producto (ficticio) no deja de ser un apunte chistoso en un mundo que ha desarrollado una dependencia casi vital por la vida online y las tecnologías de mensajería. Ya vimos la conmoción que generó el sábado pasado la caída por unas horas del servicio de WhatsApp.

Sin embargo, por muy creativa que resulte la campaña, creemos que abandonar el vicio de las redes sociales para aceptar la invitación de disfrutar la vida con una Coca-Cola no parece una decisión astuta. Es decir, sería cambiar un mal por otro. Tanto a los dueños de las redes sociales, como a las fábricas de gaseosas, como a cualquier multinacional, lo que les interesa es que olvidemos la vida real y nos dediquemos al consumo de sus productos.

Una mejor invitación sería la de ser cada vez más críticos con el estilo de vida que nos proponen las multinacionales a través de sus anuncios publicitarios y hacer uso consciente de las herramientas tecnológicas disponibles. Ya se sabe, las tecnologías no son buenas ni malas, lo que marca la diferencia es el uso que le damos.  

martes, 18 de febrero de 2014

Cabeza de Gato en la Exposición de Andrea Echeverri.


Nos fuimos a la exposición de cerámicas de Andrea Echeverri, Ruiseñora Fuego y Canto, y esto fue lo que vimos. 

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Hasta el 15 de marzo se exhibirá en el Museo de Artes Visuales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá la exposición Ruiseñora: Fuego y Canto, de la artista colombiana Andrea Echeverri. Una retrospectiva de su obra plástica, que incluye además la proyección de sus videos musicales y las letras de algunas de sus canciones. Fuimos a verla y estos son los comentarios acerca de lo que más nos llamó la anteción.  



La cortina de corazones y el gran corazón de peluche que dan la bienvenida a la muestra son un claro indicador de lo que constituye Ruiseñora Fuego y Canto, una serie de piezas cálidas, entrañables y a las que sin duda alguna Andrea Echeverri les ha puesto eso, corazón. 


Entrar a la sala de la exposición es como subirse al escenario de Andrea Echeverri. Todo está dispuesto según la estética decorativa que usa en tarima, por lo que es posible ver algunas de las obras que la han acompañado en sus presentaciones en vivo como vocalista de Aterciopelados y como solista.


La exposición se compone de jarrones, tazas, vasijas, floreros, animales, bustos, macetas, platos, teteras, calaveras, lámparas, imágenes religiosas y del arte popular colombiano, que permiten apreciar en su brillo, colorido y excentricidad, el estilo que Echeverri ha forjado por más de dos décadas de trabajo.



En las tazas, vasijas, platos y teteras, se reconoce un elemento que podría catalogarse como “culinario” en la obra de Andrea, el cual la señala como una artista consciente de que cada una de sus expresiones es el resultado de la combinación de ingredientes especialmente seleccionados, a fin de que el producto final, sea musical, audiovisual o plástico, tenga su sabor, aroma y consistencia. Este elemento culinario también se destaca en sus conciertos, en los que suele armar o “cocinar” las canciones en vivo, agregando el sonido de cada instrumento y los registros de su voz como si se tratara de una receta. 

 Las referencias a su labor junto a Aterciopelados se evidencian en obras como Oye y Disparo flores, que remontan al sexto álbum de estudio de la banda y a la canción Ataque de Risa, contenida en el álbum Río.
 


El gusto de la artista por las imágenes religiosas y la cultura popular colombiana se evidencia en obras como Ánima sola y José Gregorio, que también evocan sus inicios con Aterciopelados, en los que dicha estética caracterizó el arte de sus discos, vestuario y presentaciones en vivo.



La serie Chicas, compuesta por bustos de mujeres cada una con un tocado diferente, hace pensar en un juego de versiones que propone Andrea para explorar, con diversas alegorías, su identidad como mujer y como artista, dando a entender que no asume ninguna de las dos facetas como una cuestión unidimensional, sino como susceptibles de manifestarse en distintas formas y estados de ánimo.


El elemento femenino salta a la vista en las alusiones a la fertilidad, al  jardín que florece, a la criatura pájaro capaz de dar y albergar vida. Así mismo este elemento es notable en piezas como Florece o Cantantes, en las que se advierte que para Echeverri lo femenino también implica la capacidad, común a todo artista, de concebir y hacer crecer las ideas, que en el caso de Florece, brotan y crecen de la cabeza como flores.   


El elemento político se evidencia en obras como Platos adelgazantes, que complementan el discurso que Andrea ha planteado en varias de sus canciones como El Estuche o Métetelo, en las que defiende al cuerpo como un manifiesto de construcción individual, emancipado de los estándares a los que la sociedad de consumo pretende someterlo. 


La exposición Ruiseñora: Fuego y Canto es la oportunidad perfecta para apreciar muy de cerca la obra de Andrea Echeverri en todas sus facetas y, al mismo tiempo, para homenajear su historia, que es también la de muchos de sus seguidores que han crecido al tono de sus más de veinte años de música, plástica y activismo.