Coca-Cola acaba de lanzar el anuncio publicitario de un nuevo producto, se trata de The Social Media Guard, cuyo beneficio consiste en quitarle lo "social" a las redes virtuales y devolvérselo a la vida real. El artefacto, con forma de cono como el que se le pone a los perros para evitar que se rasquen o muerdan los puntos cuando han sido operados, evita el contacto visual del usuario con su smartphone, obligándolo a observar a su alrededor y vivir la vida real, lo cual, según Coca-Cola, es la oportunidad perfecta para disfrutar de su bebida.
El anuncio de este producto (ficticio) no deja de ser un apunte chistoso en un mundo que ha desarrollado una dependencia casi vital por la vida online y las tecnologías de mensajería. Ya vimos la conmoción que generó el sábado pasado la caída por unas horas del servicio de WhatsApp.
Sin embargo, por muy creativa que resulte la campaña, creemos que abandonar el vicio de las redes sociales para aceptar la invitación de disfrutar la vida con una Coca-Cola no parece una decisión astuta. Es decir, sería cambiar un mal por otro. Tanto a los dueños de las redes sociales, como a las fábricas de gaseosas, como a cualquier multinacional, lo que les interesa es que olvidemos la vida real y nos dediquemos al consumo de sus productos.
Una mejor invitación sería la de ser cada vez más críticos con el estilo de vida que nos proponen las multinacionales a través de sus anuncios publicitarios y hacer uso consciente de las herramientas tecnológicas disponibles. Ya se sabe, las tecnologías no son buenas ni malas, lo que marca la diferencia es el uso que le damos.
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